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Aoi, que heredó el dojo de su padre, no se siente muy cómoda con los niños, excepto con su amigo de la infancia, Shin’ichirou, que asiste al mismo dojo. Aoi le pide que la ayude a trabajar en su problema y, al mismo tiempo, Shin’ichirou comienza a sentir que ya no está satisfecho con que lo traten como a un amigo de la infancia.